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jueves, 30 de septiembre de 2010

Uso de Internet en las residencias

Muy acertados los comentarios de Luis en el apartado de las nuevas tecnologías. El problema de las nuevas tecnologías en el tema que nos ocupa, es que de momento pasa por utilizar el ordenador y para la mayoría de nuestros mayores lógicamente, es algo inalcanzable. De todos modos ya está comenzando el uso de internet vía televisión, no estoy muy puesta en este tema pero creo que en menos de cinco años en cualquier hogar se pasará de ver un programa de cualquier televisión a hablar vía internet como hoy cambiamos de una a otra cadena, con un simple mando. En los centros lógicamente no tenemos ese problema porque somos nosotros los que manejamos las innovaciones.

En los servicios de teleasistencia el sistema ya está implantado pero honestamente creo que sirven sólo para una parte de nuestros mayores, los que conservan sus capacidades cognitivas.

También existe la vídeo-conferencia telefónica pero con coste económico elevado, al menos de momento. De lo que se trata es de aprovechar que en la mayoría de centros y hogares hay conexión a internet. A mí no me preocuparía que en las zonas comunes y siempre con el consentimiento de las personas implicadas, los familiares pudieran ver en todo momento lo que ocurre y cómo está su padre o su madre. Ya sé que sería un tema delicado pero realmente las residencias somos centros abiertos que no debemos tener miedo a ser observados. Para los gestores sería un punto de control excelente. Cuando yo comencé con mi labor no puse ningún tipo de restricción horaria a las visitas e incluso dejábamos que los familiares estuvieran en el comedor. No pudo ser, tuvimos que dar marcha atrás fundamentalmente para respetar la intimidad de nuestros mayores y que no se entorpeciera la labor de las gerocultoras. A pesar de todo espero ver el día en que mis hijas puedan ver lo que hago diariamente en la residencia que esté.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Aprendiendo desde su voz

Acabo de estar en casa de una amiga que tiene a su padre pasando unos días con ella. Tiene 92 años y una capacidad mental que para si quisieran muchas personas no tan mayores como él. Hasta ahora ha vivido solo aunque ayudado por cuidadoras, ha llegado el momento de que tome una decisión y ayer mismo lo hizo. Fuimos a visitar dos residencias, distintas en su estructura física y en su planteamiento. Preguntó, miró y reflexionó. Su respuesta me pareció muy coherente. Eligió la que le pareció más adecuada a su situación actual y muy seguro me dijo que si su situación cambiaba iría a la otra. Ahora está un poco nervioso, pendiente de la vida que va a comenzar en unos días. Hemos hecho un trato, le gusta mucho escribir, aunque no ve,  su hija le comentó  que podría grabar un pequeño diario de sus vivencias en la residencia, le he propuesto que lo haga y que yo lo publicaré en este blog.  Hemos acordado que lo haga todos los días expresando libremente sus sentimientos, lo que le gusta, lo que no le gusta y lo que le gustaría. Yo me he comprometido a que su trabajo tenga un sentido y  veamos la vida de las residencias desde la voz de quien realmente la vive, la sufre y la disfruta. Creo que todos vamos a aprender mucho. Me hubiera gustado que la residencia donde trabajo estuviera cerca, hubiera sido un lujo tenerle allí.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Autonomía y libre decisión

Este fin de semana he estado con un grupo de profesionales trabajando en temas de calidad. Cada día me surgen más y más dudas sobre nuestra forma de enfocar aspectos como la autonomía y libre decisión de la persona mayor en sus cuidados. Parto siempre de la premisa que estas personas se ponen en manos de un Centro que entiende siempre los cuidados en beneficio de ellas. Con frecuencia yo cuando hablo de este tema explico una vivencia mía personal. Cuando yo comencé a dirigir esta residencia hacía apenas tres meses del fallecimiento de mi padre en una residencia geriátrica. Ese día coloqué una foto de mi padre en la mesa del despacho y me dije que iba a intentar hacer con las personas a las que dirigía lo que a él le hubiera gustado y a evitar todo aquello que yo había intuido como negativo.


Uno de los temas que mis compañeros y yo hemos discutido estos días es si la persona mayor está en su derecho a decidir la frecuencia y el modo de su aseo personal. Yo opino que no, pero parto sólo de mi realidad y de mi experiencia. Algunos de los residentes que tenemos cuando han ingresado han sido reacios al baño diario y sin embargo con el tiempo protestan si ocurre cualquier percance que lo impida. En nuestro centro consideramos que este aseo va en beneficio de la propia persona y de forma indirecta del entorno más inmediato que son sus propios compañeros. Más del 80% de nuestros residentes presentan problemas de incontinencia y un porcentaje casi igual tienen dificultades funcionales para llevar a cabo tareas en su autocuidado (limpiarse cuando utiliza el wc), no hay que olvidar que la mayoría (en nuestro caso el 100%) están allí porque no pueden valerse por si mismos. ¿Qué debemos hacer? ¿Dejamos que la persona mayor decida aunque eso conlleve una falta de aseo? ¿En qué limite ponemos esa falta de aseo como inaceptable? ¿Nos daría igual esa falta de aseo en nuestros padres aunque ellos lo eligieran? Se me ocurren muchas preguntas pero aquí dejo estas cuantas para su reflexión.

sábado, 11 de septiembre de 2010

De la administración de insulina y heparina

Va terminando el verano y todos empezamos a organizarnos como si de un nuevo curso se tratara. Es curioso como marcamos tiempos en todo asemejándolos a las etapas escolares. Y comenzamos con la noticia esperada de la Sentencia de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, de 12 de julio de 2010, por la que se confirma que los gerocultores sí pueden administrar insulina o heparina por la vía subcutánea a las personas mayores por ellos atendidas. Era de esperar que después de muchas controversias y demandas se fallara en este sentido. La insulina y la heparina son de administración propia y ninguna persona que lo precisa es atendida por ATS si no es para educar, enseñar y controlar su administración. Hace meses recibí un fax de un Sindicato advirtiendo que si una gerocultora administraba dichos medicamentos podría ser denunciada por intrusismo profesional, curiosamente no se decía que por hacerlo los residentes corrieran algún peligro, en realidad sólo se trataba de una cuestión de competencias.