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jueves, 11 de noviembre de 2010

Lo que ven las familias

Hoy vengo disgustada de mi trabajo. Hemos tenido un nuevo ingreso y la ley de Murphy se ha cumplido. Hace días hicimos cambios para acoplar a los nuevos residentes y su habitación quedó cerrada desde el sábado pasado. Nadie se percató que no funcionaba la luz del baño, ni la general ni la del espejo. También es verdad que hay personal que aunque lo vea ni lo percibe. Ayer notamos que el Centro estaba un poco más frío de lo normal, hablé con el servicio de la calefacción y me comentaron que habría que poner más horas ya de calor y que pasarían por la tarde, no lo hicieron. Esta mañana no había agua caliente ni calefacción, avisé inmediatamente para que acudieran con urgencia. A media mañana se hizo el ingreso y cuando ya llevaban un tiempo en la Residencia, la familia vino muy enfadada a mi despacho y me preguntó si teníamos calefacción, les expliqué la incidencia y para mi asombro no me creían, dudaban que tuviéramos calefacción en el edificio, que varios residentes les habían comentado que no. Me sentí mal, el año pasado hicimos un gasto enorme en combustible, tuvimos una temperatura exagerada y aún así hubo algún residente que protestaba. Esta situación me supera. Las familias aceptan como verdadero lo que cualquier residente les cuenta creyendo que nosotros les vamos a engañar siempre. Del mismo modo continuamente tenemos alguno que se autoproclama líder y toma como fin de su vida informar a los familiares de las incidencias de todos y casi siempre con verdades a medias o incluso situaciones fabuladas, es curioso porque suele ser alguien poco tolerante con los que están peor y que no les aguanta ni pasa ni un segundo con ellos, pero eso sí, para la familia es el cuidador principal de todo el Centro y le buscan para enterarse de lo que “supuestamente” nosotros no les contamos. Esta tarde hablé otra vez con la familia, ya estaba el técnico arreglando el problema y les trasladé mi malestar por haber dudado de nuestra palabra. Y cuando digo la nuestra, lo digo porque aparte de hablar conmigo fueron preguntando a todo el personal que estaba esta mañana si había o no calefacción, supongo que intentando que alguien dijera que no. Ellos me decían que perdonara pero que en la televisión salen muchas residencias con “cuestiones raras” y que ellos no les habían llevado a otra que habían visitado y que les parecía un “hotel de cinco estrellas” porque la nuestra era más asequible de precio. En ese momento me sentí todavía peor, yo dirijo un centro pequeño, rural, donde no se escatima el gasto necesario para garantizar una calidad real y superior a la de otros centros donde se cobra por todo, no pretendemos ser un hotel de cinco estrellas. Los que trabajamos allí gastamos mucho tiempo que robamos a nuestras familias en formarnos y mejorar cada día. A veces me pregunto si no sería mejor cobrar 200€ más a cada uno de ellos y adornar nuestro servicio de todo aquello que hace que unos sean “hoteles de cinco estrellas” y otros seamos sospechosos por ser más económicos.

2 comentarios:

  1. Sigo con cierta periodicidad sus reflexiones en torno a la dirección y gestión de ése Centro de Mayores, y a través de ellas conocemos, aprendemos, nos informamos de cuestiones, que para una gran mayoria de personas o les son ajenas, o no las ven como inminentes a corto plazo. De cualquier forma, pocas veces, yo ninguna, he tenido la posibilidad de entrar a través de sus informaciones y comentarios, en una actividad tan sacrificada y tan generosa en cuanto al bienestar de unas personas que dependen en muchos casos totalmente de sus cuidados y atenciones. Recientemente tuve la oportunidad de ir a visitar a la madre de un familiar que se encuentra ya desde hace varios años, y en situación de alzheimer total, en una residencia de una pequeña capital manchega. Allí pude observar el trabajo y el mimo con que ésas gerocultoras, sin esperar nada a cambio, salvo una esbozada sonrisa, casi siempre inconsciente, realizan su trabajo, y no se dejan llevar del agotamiento que en la mayoria de los casos produce el cuidado de los ancianos, aunque bendito agotamiento. Por éso hoy cuando leo en su reflexión que algunos familiares, creo entender que de ancianos de nuevo ingreso en el Centro, han protagonizado o se han dejado llevar por los comentarios en algunos casos poco fiables de algún residente, y que en éste momento desconozco sus capacidades cognitivas o de fabulación propia de ésas avanzadas edades, y no han recabado de la dirección una información veraz y oficial, sobre la situación de sus familiares, no puedo por menos de comprender su malestar y desánimo en ésa dura labor que realiza y realizan. Me veo en la obligación de romper una lanza, o las que hagan falta, para expresarle mi apoyo desde éste anonimato, porque creo que pocas empresas, centros o instituciones públicas y privadas, nos muestran su interior y nos dejan entrar a cara descubierta en su quehacer diario. Por éso le animo a seguir con ésa actitud y aptitud, a la vez que le recomiendo, si me lo permite, que la paciencia, no exenta de rigor, sea una de sus virtudes.

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  2. Muchas gracias por sus palabras. Me gusta mi trabajo y creo en él. Esta tarde he hablado otra vez con la familia y todo ha vuelto a la normalidad, les expresé nuestro malestar, me pidieron disculpas y todo ha quedado solucionado. Hemos estado hablando un buen rato, yo les entiendo, es duro el momento de dejar a unos padres en un Centro, uno a veces se deja llevar por su angustia ante la incertidumbre de si estarán bien atendidos y explota. Espero que con el tiempo estén a gusto y tranquilos. En cuanto a lo que comenta de la paciencia le aseguro que es una de las virtudes que forzosamente tenemos que tener los que trabajamos atendiendo personas y si no la tenemos, mal vamos. Vuelvo a repetirle mi agradecimiento por su comentario, se que alguien me lee y que le resulta interesante lo que cuento.

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