Con que mal cuerpo me acosté ayer. Estuve viendo un reportaje de Antena 3 sobre el caso del celador que en un centro geriátrico de Olot acabó con la vida de varios ancianos, supuestamente para que no sufrieran. Muchos son los interrogantes que me surgen, muchos. No sólo el de que el médico que firmaba el certificado de defunción no viera nada sospechoso (se apunta a que en algunos casos firmaba sin ver el cadáver), pero ¿y el personal auxiliar? Estuve imaginando que a nosotros nos ocurriera algo similar y llegué a la conclusión que un caso se nos podía dar, uno, pero no dos. Siempre estamos expuestos a convivir en nuestra vida diaria y laboral con personas que todos llamaríamos “raras” y pocos se atreverían a calificarlas como personas no cuerdas. En mi centro vamos a imaginar que ocurre algo de este tipo, estoy segura que alguien comentaría esas marcas en la cara, un olor no normal o ese sufrimiento al morir, estoy totalmente segura de eso. Puede que se nos pasara la primera vez pensar en algo más retorcido pero si se repitiera una segunda vez, pongo la mano en el fuego sin temor a quemarme, que nos haría saltar todas las alarmas y que es imposible que nos calláramos todos pensando en la casualidad.
Soy contraria a tener a las personas mayores encamadas, es algo que considero que empeora su calidad de vida o que hace solitario y triste su final. He visitado centros donde hay muchas personas recluidas en sus habitaciones, encamadas, sin tener ni siquiera la capacidad de poder avisar si necesitan algo, esperando su muerte. En nuestro Centro sólo les dejamos en la cama si están agonizando, los estímulos que reciben estando levantados son totalmente beneficiosos incluso para su final. Trabajando de este modo también aseguramos que nadie se olvida de ellos, aunque sea involuntariamente, todo el mundo ve cuándo y cómo come, cuándo protesta, el personal es testigo de todo. Cuando alguna gerocultora hace algo de manera incorrecta, yo suelo emplear siempre la misma frase: “tan culpable es la persona que lo hace como la que lo consiente sin decir nada”, para que en nuestro medio ocurriera algo como lo de Olot se necesitaría el consenso de varias personas y eso lo hace inviable.
Por supuesto que los/as que seguimos sus reflexiones y aportaciones, no nos queda la más mínima duda que si ésos Centros los gestionaran y dirigieran personas, profesionales como Ud., leeríamos y veríamos, menos noticias dramáticas y vergonzosas, cuando no delictivas. Desde aquí y ahora cuenta con mi apoyo y agradecimiento.
ResponderEliminar¿Le quedan plazas libres en su residencia?
ResponderEliminarSinceramente esto de escribir mi blog me sirve no solo para compartir mis vivencias, dudas, experiencias, creencias, etc., sino para sonreir con los comentarios y sentirme muy bien. Es muy recorfortante leer a las personas que pierden algo de su tiempo compartiendo conmigo todo esto. Siento decir que no tenemos plazas libres, hoy falleció una señora que teníamos ingresada en el hospital pero la plaza está prácticamente reservada, no obstante si quiere ¡le apunto en lista de espera! Gracias por considerarme tanto, tomaré nota para mejorar y no defraudar a nadie.
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