Vistas de página en total

jueves, 7 de octubre de 2010

La familia en las residencias

Ya he comentado aquí la importancia del afecto y el cariño de la familia en el cuidado de la persona mayor, cada día la experiencia me demuestra que son insustituibles. Nosotros les cuidamos y pasamos las 24 horas a su lado pero no somos su familia, ni queremos, ni podemos, ni debemos serlo.
L. es una persona que siempre ha estado contenta y satisfecha aquí, ingresó, ya hace cinco años, recuperándose de una fractura de cadera y con un diagnóstico muy incierto en cuanto a su movilidad, hoy anda perfectamente. Recuerdo una anécdota de cuando ella tan sólo llevaba un año aquí. En todos los centros uno de los caballos de batalla es el tema de las comidas, nunca están contentos y no digamos si la cocinera está de vacaciones y está su sustituta. Tuve un motín general, que la cocinera no les gustaba y que todo estaba muy malo. Tengo que decir que yo como todos los días aquí, compruebo diariamente lo que se come, cómo se cocina y estoy encantada de la variedad y de los menús. Estuve cerca de una hora explicándoles que la sustituta guisaba los menús que la otra cocinera elaboraba y que la comida era igual de buena. No creo que lograra que me entendieran.
Al rato L. apareció en mi despacho y me dijo:

Vengo a decirle que mañana hará un año que estoy aquí y que yo sí que estoy muy contenta con todo”

Aquella frase en aquel momento me sentó muy bien, me hizo sonreir. Cuando tengo momentos de discrepancia con ellos, recuerdo estas frases, son un bálsamo que me alivia el estres de dialogar con ellos sin que apenas me escuchen ni quieran entenderme.

Hace unos días L., tuvo varios episodios de desorientación y comportamiento anómalo. Nos preocupó bastante e incluso hicimos que la viera el médico por si hubiera sufrido algún ACV (accidente cerebro vascular). De pronto recordé que el día anterior había ido a mi despacho preocupada y me había contado que hacía mucho (una semana) que no veía a su hijo, que estaba segura que le había pasado algo. Hace un tiempo murió un hijo suyo de repente y no lo ha olvidado. Estuve tranquilizándola y diciéndole que no pasaba nada que su hijo habría tenido cosas que hacer. Esa misma tarde comenzó a desorientarse y a no levantar la mirada del suelo. Iba ya a llamar a su hijo cuando este apareció por la puerta. L., se levantó de la silla con una alegría indescriptible y volvió a la realidad, así de sencillo.
Muchas veces estas experiencias hay que vivirlas para creerlas, la fuerza que tiene el vínculo familiar es muy intenso y supera cualquier medicina.

4 comentarios:

  1. Lo triste de la vejez es que llevamos un reloj diferente a los jóvenes, y el vínculo que tiene una madre hacía un hijo nunca es el mismo del hijo hacía la madre, ellos siempre creen que tu estas bien, y nosotros cuando no sabes de ellos siempre pensamos que les puede ocurrir algo, y siempre nos ponemos en lo peor, sobre todo cuando pensamos que están por ahí con el coche, el primer pensamiento que tenemos es Dios que no le pase nada, esto con la edad se agrava pues nosotros tenemos todo el tiempo del mundo para pensar en lo que debemos y no debemos ellos simplemente no tienen tiempo. Estas experiencias nos tiene que enseñar a los que aun no somo demasiado viejos en aprender a ser independientes y pensar más en nosotros mismos.

    ResponderEliminar
  2. Yo no creo que sea que tengamos que aprender a ser independientes. Esto nos enseña que nuestros padres necesitan de nosotros mucho más de lo que imaginamos. Cuando estan en una residencia pensamos que ya tienen todas sus necesidades cubiertas y no nos damos cuenta de que les faltamos. Nuestro ritmo de vida es muy rápido pero tenemos que encontrar el hueco para estar con ellos.

    ResponderEliminar
  3. Me exprese mal, por lo que veo, no me refiero a los jóvenes los que tenemos que aprender a ser independientes sino a nosotros los mayores, y no depender tanto de los hijos. Pepita

    ResponderEliminar
  4. Aunque haya sido debido a una errónea interpretación de lo que en el primer comentario se manifestaba, se han vertido dos opiniones, dos conductas a seguir, que me parece se complementan y que son en definitiva tan válidas como imprescindibles en cuanto al tema de la vejez y de las personas que residen en ésos Centros, habitados por personas mayores con conductas de regresión, pero siempre buscando la atención y el cuidado que ellos se merecen despues de toda una vida al servicio de los demás.El ejemplo que describe la Sra.Directora, de ésa residente, es tan ejemplarizante como conducta a seguir. Que así sea.

    ResponderEliminar