Funcionamiento y reflexiones sobre la vida diaria de una residencia para personas mayores.
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martes, 24 de mayo de 2011
Otra forma de afrontar la vejez
He visto esta mañana en televisión una pequeña tertulia y reportaje en torno a la iniciativa de un grupo de personas con edades en torno a los 70 años de crear una cooperativa de viviendas adaptadas autogestionadas por ellos. Un proyecto sobre el papel utópico y maravilloso. Sin embargo me surgen bastantes interrogantes en torno a su viabilidad tal como lo plantean ellos. Creo que este tipo de forma de vida es muy positivo y alentador, sin embargo deben estar de alguna manera integrados en un centro residencial. No se trata de que sean parte de un centro geriátrico sino que de alguna manera las personas que viven en estas viviendas puedan en un momento determinado recibir una atención especializada si su situación les convierte en dependientes. ¿Qué ocurre si cualquiera de ellos de un día para otro ve mermadas sus capacidades físicas o mentales de una manera drástica? Las soluciones tienen que ser prácticas y rápidas. Hace tiempo oí hablar de unas viviendas en la costa granadina que dependían de una federación, cuando las personas dejaban de poder atenderse por sí mismas pasaban a un centro residencial de la misma federación. Construir estas viviendas como otro servicio más de un centro sería la solución, entendiendo que fueran totalmente independientes del funcionamiento del mismo pero que al mismo tiempo permitieran el uso de sus recursos cuando fueran necesarios. He oído en el programa también la opinión de una geriatra, una profesional a la que conozco y con la que he trabajado en un proyecto de calidad en centros residenciales y que pedía que estas iniciativas tuvieran la colaboración de médicos especialistas en geriatría. No estoy del todo de acuerdo. Creo que donde es imprescindible y urgente que estos especialistas estén presentes es en cada hospital de nuestro país, creo necesaria la creación inmediata de unidades geriátricas en cada ciudad pero no que estas viviendas deban contar especificamente con geriatras. Al fin y al cabo se trata de vivir el mayor tiempo posible de una manera normal e independiente.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Compañerismo en los centros
Una de las peculiaridades de este trabajo es el porcentaje de mujeres trabajando que hay en los centros, en nuestro caso es del 87,5% y es difícil bajar de esa cifra.
El compañerismo en el entorno laboral, es uno de los factores para evitar el estrés. Según los expertos un factor protector ante el mismo, es el desarrollo de las habilidades de comunicación con los compañeros de trabajo, es decir, lo que llamamos "compañerismo" dentro de una empresa.
Crear intrigas genera un clima laboral muy hostil. Siento tener que tirar piedras sobre mi propio tejado pero no se puede negar que las mujeres cuando nos lo proponemos ganamos el título máximo de instigadoras sin esforzarnos demasiado.
Estoy convencida que algunas veces es la propia pobreza de vida de algunas personas la que hace que necesiten constantemente un problema, un conflicto. Otras veces es la baja autoestima personal, el entrar en una competitividad que nadie exige ni quiere. Es muy difícil hacer ver a algunas trabajadoras que este trabajo, como otros muchos, es un trabajo en equipo donde todo el mundo tiene importancia. Si una pieza del equipo no va bien todo se resiente.
No hay método eficaz para evitar “los malos rollos”, hay gente que no puede vivir sin ellos.
Si una trabajadora es competente, responsable, sincera y tenaz nunca logrará que sus compañeras la quieran, pero sí que la respeten y escuchen cuando opine o dé su consejo sobre algún tema laboral, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
El compañerismo en el entorno laboral, es uno de los factores para evitar el estrés. Según los expertos un factor protector ante el mismo, es el desarrollo de las habilidades de comunicación con los compañeros de trabajo, es decir, lo que llamamos "compañerismo" dentro de una empresa.
Crear intrigas genera un clima laboral muy hostil. Siento tener que tirar piedras sobre mi propio tejado pero no se puede negar que las mujeres cuando nos lo proponemos ganamos el título máximo de instigadoras sin esforzarnos demasiado.
Estoy convencida que algunas veces es la propia pobreza de vida de algunas personas la que hace que necesiten constantemente un problema, un conflicto. Otras veces es la baja autoestima personal, el entrar en una competitividad que nadie exige ni quiere. Es muy difícil hacer ver a algunas trabajadoras que este trabajo, como otros muchos, es un trabajo en equipo donde todo el mundo tiene importancia. Si una pieza del equipo no va bien todo se resiente.
No hay método eficaz para evitar “los malos rollos”, hay gente que no puede vivir sin ellos.
Si una trabajadora es competente, responsable, sincera y tenaz nunca logrará que sus compañeras la quieran, pero sí que la respeten y escuchen cuando opine o dé su consejo sobre algún tema laboral, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
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