Efectivamente como yo sospechaba o las gallinas son autosuficientes o inventamos un nuevo puesto de trabajo para cuidar de ellas. Hace dos años pusimos un pequeño gallinero con cuatro gallinas. Quise comprobar el resultado de este tipo de iniciativas de primera mano. A día de hoy nos queda solo una y como era de esperar se cuida con la buena disposición de la terapeuta ocupacional y de un par de auxiliares, el resto del personal no quiere saber nada. Por un lado creen estar en la certeza que la gallina no aporta nada a las personas que aquí viven y por otra, “no es su función”. Puedo entender alguno de sus razonamientos. Las personas mayores no mantienen un interés continuo ni estable sobre una actividad, hay que ir cambiando continuamente y la gallina eso no lo entiende. En cuanto a los cometidos de las auxiliares, el personal no acaba de asumir que siempre estarán en función de la demanda particular de cada persona a la que atienden. Es curioso ver que a una parte de ellas les gusta más trabajar en base a protocolos rígidos y uniformes que aplicando la ACP, que en la mayoría de los casos no es más que la racionalización de los cuidados.
Leo con mucha frecuencia a Josep de Martí y sus viajes gero-asistenciales, me encantaría ir a alguno de ellos, hace poco repasé uno que hicieron a Holanda y no acabo de visualizar esa realidad en mi entorno y mira que le pongo empeño.
Aquí en Castilla y León seguimos un tanto en stand by, o dicho en castellano, en parada técnica. Hay muchos profesionales como yo que no damos paso atrás e intentamos seguir adelante con el nuevo Modelo, con muchas dificultades. Otros celebran que el decreto se haya paralizado, eso sí, en público no lo manifiestan, en el fondo saben que el modelo que hemos seguido tiene los días contados, pero mientras, siguen atendiendo cómodamente. No podemos obviar que aplicar la ACP significa un gran esfuerzo, significa dar voz y voto a quien antes era un mero receptor de lo que nosotros decidíamos darle.
En mis vacaciones y fines de semana viajo con caravana y tengo un grupo de amigos de muchas partes de España afines a esta forma de ocio. Tenemos nuestro grupo de WhatsApp que nos sirve para mucho más que hablar de cosas triviales. Nuestro último debate ha sido precisamente el derecho de las personas a saber o no su situación clínica. Un día comenté que me gustaría tener el dinero suficiente para construir un camping adaptado a personas mayores, donde pudiéramos seguir practicando nuestra afición e incluso vivir en él. ¡Tengo ya reservas! ¡Les he pedido que pongan velas o hagan rogativas a ver si me toca una buena primitiva!
Tiene que llegar un tiempo donde la persona mayor (el cliente) decida libremente el centro o recurso en el que quiere estar en base a tener en cuenta parámetros de calidad de vida. Servicios donde le ofrezcan potenciar sus capacidades, sus habilidades, y cómo no, sus formas de ocio, no valdrá atender solamente a sus patologías y déficits.